LA POLINIZACIÓN Y LOS INSECTOS.
Hace millones de años que las plantas con flores dominan la tierra y desde entonces se inició uno de los fenómenos de coevolución más sorprendentes. Progresivamente, las flores usaron sus formas, sus colores, sus fragancias y también su oferta de polen y néctar para captar, cada vez con mayor eficacia, la atención de ciertos insectos. Estos obtenían su ración de alimento y se impregnaban de los granos de polen de la flor visitada y, de forma involuntaria, lo iban depositando en otra flor, bien de la misma planta o de otra de la misma especie. Los insectos, con sus movimientos, aumentaban la probabilidad de que los granos de polen alcanzaran el estigma de la flor y provocaran su fecundación, necesaria para producir las semillas.
El transporte del polen, desde las anteras de una flor hasta el estigma de otra distinta, ejercido por ciertos insectos, se denomina polinización cruzada. Las plantas con flores que se especializaron en este tipo de fecundación, coevolucionaron con los insectos polinizadores en una forma de relación mutualista. Los insectos desarrollaron mecanismos más eficaces para recoger el néctar y el polen, mientras que al mismo tiempo mejoraba la producción de semillas y la difusión de las plantas que polinizaban.
Las plantas hacen surgir de sus flores determinadas fragancias para atraer a determinados insectos. También han generado mecanismos para hacer coincidir la floración y la vida activa de los insectos. Han modelado la forma de las flores para facilitar el acceso de los insectos a los nectarios. También los colores, sobre todo en los pétalos, son centro de atracción y, a veces, ofrecen señales para que los insectos localicen rápidamente los nectarios. La evolución, en este sentido, ha permitido que se llegue a casos sorprendentes donde la flor imita la forma del insecto, o donde imita el olor de las feromonas de su polinizador específico. Las relaciones entre los insectos y las plantas que polinizan han alcanzado, en ciertos casos, un alto grado de especialización que a la vez implica una dependencia extrema: Si desaparece el insecto, la planta no es polinizada, no produce semillas y también desaparece.
Se han generado también estrategias para favorecer la polinización cruzada. El hecho de que el polen de una flor de una planta, polinize la flor de otra planta diferente, aumenta la diversidad genética de la especie y es vital para su supervivencia. La polinización cruzada produce semillas más vigorosas y frutos de mejor calidad.
Los insectos polinizadores han seguido cumpliendo su función vital para los ecosistemas, pero desde la aparición de la agricultura, ésta tiene una nueva dimensión. La polinización entomòfila de las plantas cultivadas por el hombre permite la obtención de semillas y aumenta la calidad y cantidad de los frutos. Por ser esta función necesaria e insustituible en la mayoría de los casos, es conveniente protegerla. Proteger a los insectos polinizadores, entre los cuales el más emblemático es la abeja melífera, es sinónimo de proteger el medio natural y garantiza la viabilidad de muchos de los recursos agrarios y ganaderos.
LOS INSECTOS POLINIZADORES
Sólo los insectos relacionados con las flores o antófilos pueden ejercer la
función polinizadora. Podemos encontrar miembros dentro de los grupos de los
Coleópteros, Lepidópteros, Dípteros y Himenópteros. Aunque puede haber más
insectos que visiten accidentalmente las flores, sólo los que pertenecen a los
grupos mencionados pueden ser denominados polinizadores, ya que su biología les
impone una especial eficacia en el cumplimiento de esta función.
Los Coleópteros, comúnmente conocidos como escarabajos, son los insectos
con hábitos florícolas más primitivos, pero a pesar de esto no han desarrollado
adaptaciones especiales. Hay muchos grupos que viven asociados a las flores,
alimentándose de polen, néctar o de partes de la flor. Como polinizadores no
son los más eficaces, porque además de destruir las flores, tienen la costumbre
de permanecer mucho tiempo en la misma flor.
Entre los Lepidópteros o mariposas, la mayoría de las diurnas visitan
con frecuencia las flores y se alimentan de néctar. Son más activos que los
coleópteros, pero su vida tan efímera y el que no entren en contacto íntimo con
la flor, les resta eficacia en la función polinizadora.
Los Dípteros, más conocidos como moscas, son más importantes que los
anteriores como polinizadores. Los grupos de moscas de costumbres florícolas
más relevantes son los bombílidos, los conópidos y, sobre todo, los sírfidos o
moscas de las flores. Son muy móviles, capaces de realizar movimientos precisos
y normalmente necesitan acercarse bastante a la flor para libar su néctar. Es
muy probable que durante su visita entren en contacto con las anteras y el
estigma, los dos puntos de la flor que los insectos polinizadores deben tocar
para cumplir su función.
Los Himenópteros agrupan a las abejas
y avispas. Es el grupo más importante de insectos polinizadores y los que
muestran adaptaciones claras a su vida dependiente de las flores. Son los que mejor
aprovechan los recursos ofertados por las flores: El polen como fuente básica
de principios inmediatos y el néctar como combustible metabólico. Su
especialización y en general su comportamiento al manipular las flores, los
convierte en polinizadores muy eficaces. Tienen dos cualidades primordiales
para conseguir el éxito en esta función: Visitan muchas flores por unidad de
tiempo y muestran una gran fidelidad a la especie de planta a la que se dirigen
en cada vuelo. Dentro de los himenópteros, hay casos de adaptación extrema a la
planta que visitan de forma exclusiva y que optimiza su polinización, hasta el
punto de convertirse en una relación simbiótica.
En las zonas de clima templado se ha estimado que el 70-95% de los insectos
polinizadores son himnópteros. Cabe mencionar a las abejas solitarias, los
abejorros y sobre todo a la abeja de la miel. Esta es, hoy en día, la más
abundante y su porcentaje puede llegar al 60-95% de todos los polinizadores.
Las colonias de la abeja melífera se encuentran, en la actualidad, casi
exclusivamente en las colmenas que mantienen los apicultores, por lo tanto, la
abundancia de este importante polinizador va ligada a la cabaña apícola
existente en cada zona.
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